lunes, 7 de diciembre de 2009




El ciclo de la Manifestación del Señor, -los tiempos de Adviento y Navidad- nos ofrece una oportunidad para presentar la primera Antífona mariana del Año Litúrgico: la que lleva por nombre Alma Redemptoris Mater. Tradicionalmente se suele cantar hasta el 2 de febrero, día de la Presentación del Señor (la Candelaria). Se atribuye la composición de esta antífona al sabio monje benedictino alemán Herman de Reichenau o Augiensis (1013-1054). Más conocido como Herman Contractus es uno de esos extraordinarios personajes que surgieron en la vida monástica medieval. Además de cronista, poeta y compositor despuntó en las ciencias matemáticas juntamente con la astronomía, la geografía y la medicina.

El que sería abad de Reichenau compuso la antífona Alma Redemptoris Mater basándose en los escritos de san Ireneo de Lyon (130-202), san Epifanio de Salamina (315-403) y san Fulgencio de Ruspe (462/467-527/533).

Fue el papa Clemente VI quien en 1350 determinó su lugar actual en el rezo de las horas, asignándole el tiempo de Adviento y Navidad. El poeta inglés Geoffrey Chaucer (+ 1400) la menciona en sus Cuentos de Canterbury.

El Alma Redemptoris Mater ha inspirado hermosas composiciones musicales a lo largo de la Historia. Aparte de las melodías gregorianas (en tono solemne y en tono simple), destacan el coro de Leonel Power († 1442), la bellísima polifonía a seis voces de Orlando di Lasso (1532-1594) y el coro a capella de Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594). Ofrecemos el texto latino con su traducción española y este enlace con el audio para practicar el canto de la antífona:

http://es.youtube.com/watch?v=W6vwh-XXLTU

Antiphona Pro tempore Adventus

Alma Redemptoris Mater,
quae pervia caeli
Porta manes, et stella maris,
succurre cadenti,
Surgere qui curat, populo:
tu quae genuisti,
Natura mirante, tuum sanctum Genitorem
Virgo prius ac posterius, Gabrielis ab ore
Sumens illud Ave,
peccatorum miserere.



Madre Santa del Redentor,
puerta siempre abierta del cielo,
estrella del mar, socorre al pueblo que cae
y procura levantarse:
Tú que ante el asombro de la naturaleza
engendraste a tu Santo Creador,
Virgen antes y después
de haber recibido de la boca de Gabriel
aquel “Ave, “
ten piedad de los pecadores.

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